viernes, 4 de septiembre de 2015

Na María Thompson: la partera zapoteca

* De espíritu alegre, mente ágil y despierta a sus 73 años no deja de atender a las mujeres embarazadas que acuden en busca de sus servicios.

Ramón Bragaña Benítez

Juchitán, Oax.-  Frente a la Capilla de los Pescadores en la populosa y colorida Séptima Sección en uno de esos tantos callejones donde se respira el olor a pescado y guisos que la mayoría de las mujeres hacen todos los días para vender, se ubica la casa de María Luisa Thompson, mejor conocida como Na María Partera.

Desde la calle se alcanza a ver un portón negro abierto de par en par con una enramada que hace las veces de sala de espera de los familiares de las mujeres que acuden a aliviarse. A la derecha, un camino hecho de mosaicos colocados sobre la arena marcan la ruta para llegar a una reducida estancia donde un escritorio, una pequeña cama y una alacena de madera y cristal llena de medicinas dan la bienvenida a las pacientes.


Na María Partera no estaba cuando nosotros llegamos a su casa. Había ido a una cita médica. Media hora después una mujer de tez blanca, vestida con un traje de tehuana y un rebozo, atravesaba el portón para llegar a nuestro encuentro.

Su cara se puso roja de pena al saber que llegábamos a entrevistarla para conocer la historia detrás de esa persona que ha recibido a más de cuatro mil bebés a lo largo de 56 años de haberse dedicado a ser partera.



Con un gesto amable nos invitó a seguirla a su consultorio. Una vez dentro sacó un libro de color amarillento donde ella guarda celosamente cada uno de los nacimientos en los que ha participado desde el año de 1959.

“Desde los 17 años me dediqué a ayudarle a mi mamá en la pesquería Bernal, de donde nosotros somos originarios. Yo continúe con la labor de mi madre cuando ella se vino a buscar una nueva vida junto con mi papá acá a Juchitán. En este libro faltan más de la mitad del tiempo que he ayudado a todo tipo de mujeres a traer sus hijos a este mundo, pero estoy segura que son más de 4 mil niños eso no cabe la menor duda”, compartió

El rostro se le ilumina cuando va leyendo uno a uno los registros de ese libro, los nombres de las mamás, el peso del niño, su estatura, su complexión y alguna referencia significativa, cada detalle esta descrito en cada uno de los registros hechos por una mujer zapoteca que aunque no terminó la Primaria su aguda inteligencia la llevó a prepararse y superarse día con día.

En la pared de su consultorio se encuentran algunos diplomas que respaldan los cursos que ella asistió sobre el manejo de mujeres embarazadas, principalmente para poder identificar cuando se trataba de un embarazo de alto riesgo.



Con la mirada puesta en cada uno de ellos comienza a decirnos cuál fue el primero que asistió y con una especie de risa nos comenta que fue invitada a un Estado del norte para un intercambio de parteras provenientes de Estados Unidos de América, pero por el miedo de subirse a un avión no asistió, “Me dio mucho miedo. En esa ocasión nos estaban pagando todos los gastos, pero no quise ir. ¡Qué tal que se cayera el avión!”, comentó mientras se reía.

En un cuarto adjunto, ella tiene lo que llama su sala de expulsión, integrada por un par de camas, una ‘mesa de expulsión’, una cuna metálica con una lámpara donde el recién nacido es colocado para que se sienta a gusto.



“Acá es donde se acomodan las mujeres cuando ya están en el momento de iniciar su labor de parto. Antes yo llegué a atender en una noche hasta cinco pacientes. No había hora de descanso, ni siquiera de comer; era mucha la responsabilidad de tener la vida de cinco criaturas en mis manos”, comentó

Ante la falta de clínicas de salud y del hospital general, la cantidad de trabajo era tal que habían semanas en las que atendía de dos a tres partos diarios.

“Por eso mírame, estoy enferma del corazón; mis huesos ya no pueden cargar nada pesado, me he puesto muy flaca. La verdad es una satisfacción para mí haber podido dedicarme a esta hermosa labor, pero la vida me ha pasado una factura muy grande. El exceso de trabajo y el estrés que éste ocasiona me han dejado a mis 73 años muy cansada, pero no por esto dejo de trabajar”, señaló.



Actualmente su trabajo se ve reducido a un par de alumbramientos al mes, uno de sus últimos trabajos fue el día 4 de agosto, donde atendió a Juquila Andrea Ramos Muñoz quien tuvo un pequeño varón.

Juquila Ramos Muñoz comentó que decidió acudir con una partera y no con un médico debido a la forma tan fría en que éstos suelan tratar a las mujeres por el gran número de consultas que se tienen que atender.



“Preferí ir con Na María Partera porqué ella es mujer, porque es madre y porque cuando la conocí me brindó toda la confianza necesaria para tomar esta decisión”, comentó


Es así que por más de cuatro generaciones completas Na María partera es reconocida como una de las mejores parteras de toda la región del Istmo de Tehuantepec. Para ella no importó nunca la hora, el lugar, si tenían o no dinero, lo único que le importaba era atender a quien la necesitara en ese momento.

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