La legitimidad se gana, no se compra
Por
Gubidxa Guerrero
De todas las luchas
electorales del año pasado en la región istmeña, destacó, por su desfachatez,
la del puerto de Salina Cruz. En esta importante ciudad, sede de la Refinería
Antonio Dovalí, ninguno de los tres grandes partidos políticos del país tuvo el
favor ciudadano. Ganó por voto popular un candidato hasta ese momento
desconocido. PRI, PAN y PRD fueron desplazados por Mariano Vicente y su modesta
campaña.
Muy pocas personas esperaban
que en Salina Cruz se diera un cambio administrativo. Se creía que, en dado
caso, el relevo sería entre importantes 'apadrinados'.
Ante la sorpresa vino la
reacción. Puesto que los principales contendientes tenían dibujados escenarios
donde cualquiera de ellos se erigiría ganador
‐‐negociando magnánimamente con las facciones
derrotadas‐‐, decidieron obstruir el triunfo inesperado del 'Médico de los Pobres'.
Todos los partidos políticos
salinacrucences se aliaron para impedir la asunción del virtual ganador. Se
apostó a una estrategia al más alto nivel, para impedir, por vía legal, la toma
de posesión del alcalde electo.
Con asombro, la opinión
pública istmeña vio cómo se arrebataba el triunfo a un modesto candidato
surgido de la ciudadanía apartidista. La priísta Rosa Nidia Villalobos resultó
vencedora en el nuevo conteo, luego de que al electo le 'tumbaran' casi mil
votos.
Y desde ese momento surgió
una peculiar coalición porteña: todos los partidos políticos, izquierda, centro
y derecha unidos, para cerrar la puerta a Mariano Vicente. Literalmente
decidieron "gobernar juntos", a espaldas del pueblo, para impedir que
despachara en la presidencia municipal alguien que fue elegido por el pueblo.
Faltaba más.
A los dueños de Salina Cruz
no les ha quedado más opción que tratar de congraciarse con la gente común, los
medios de comunicación, los legisladores y con quién les crea la versión de que
están donde se encuentran por mandato popular.
Un servidor no está en
posición de determinar que tan bien o mal gobierna la señora Rosa Nidia y sus
camaleónicos aliados. Eso corresponde a la ciudadanía xhunca, como apodan
cariñosamente a nuestros paisanos de Salina Cruz. Pero sí está en mis
atribuciones expresar una verdad: el oro siempre será oro, y el barro, barro.
Un gobierno que no se hizo del poder mediante el reconocimiento ciudadano,
jamás será legítimo y jamás podrá llamarse democrático. Independientemente de
lo bien o mal que gobierne.
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