domingo, 2 de noviembre de 2014

Salina Cruz vive con fervor, tradiciones y costumbres de “Todo Santos”

1 y 2 de noviembre fechas para recordar a nuestros difuntos. RNVG

Salina Cruz, Oax. Para rescatar, difundir y promover las tradiciones Istmeñas, la presidenta municipal Rosa Nidia Villalobos González invitó a los habitantes de Salina Cruz a participar en estas fiestas de “Día de Muertos”.

Una de las más extraordinarias tradiciones mexicanas es la del Día de Muertos. Fecha en que las almas de los familiares fallecidos cruzan el puente y los vivos los reciben con mesas decoradas en vivos colores para pasar un día con aquellos que se han adelantado en el viaje.



La autoridad municipal, explicó que las familias trabajan en conjunto para hacer de ésta una gran celebración,en donde son dos días en los que la gente celebra el regreso de los muertos, familiares y amigos, de la vida eterna.

Dijo que en el Istmo la gente decora los altares durante estos días con el tradicional el olor de la flor amarilla del cempasúchil y de la cresta de gallo con su color púrpura intenso, perfuman la atmósfera.

Además la gente acostumbra decorar el altar con una foto del familiar muerto y con comida y bebidas que el difunto disfrutaba más en vida. El  chocolate, mezcal, cerveza, mole, cacahuates, mandarinas, pan de muerto, caña, calaveras de dulce, naranjas, flores, y por supuesto, velas y cruces formadas con flores.




La creencia dice que el familiar fallecido vendrá en esa fecha para compartir con los vivos lo que acostumbraba disfrutar cando estaba vivo.

El fuerte olor de las flores perfuma el ambiente mientras que las flamas de las veladoras o velas, forman caprichosas sombras entre los productos que el invitado disfrutará esa noche en particular.

El primero de noviembre llegan los santos y los niños inocentes provenientes de la tierra de muertos y el día dos de noviembre llegan todos los difuntos para compartir con sus familiares.

Las tumbas de casi todos los panteones se decoran para la fecha con flores de cempasúchil y con comida. Mucha gente acostumbra pernoctar en las tumbas de sus familiares. Hay mariachis, tríos, música norteña, bandas, que tocan entre tumba y tumba. Nadie siente miedo en la celebración. Se supone que debe ser una bienvenida cálida, alegre, como la que recibiremos nosotros una vez que partamos a la eternidad.



En estas fechas se acude a los panteones en donde niños, adultos, ancianos, donde pasan la noche cantando y cenando a un lado de las tumbas, el viento frío de noviembre soplando entre las tumbas, gente caminando por los corredores de los panteones, los olores de flores, muchos bebiendo mezcal e invitando a beber a cualquiera que pase cerca, música en vivo a todo volumen, por supuesto, la que el occiso solía escuchar, sus favoritas, grupos de personas riendo en el cementerio, muchos contando alguna anécdota del familiar muerto.

Los mercados locales ofrecen flores, pan de muerto, incienso, calaveras de dulce, y todo lo necesario para construir altares. Todo esto se conjuga en la celebración del Día de Muertos, tradición y costumbre que perdurará en México.


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