1 y 2 de noviembre fechas para recordar a nuestros difuntos. RNVG
Salina Cruz, Oax. Para rescatar,
difundir y promover las tradiciones Istmeñas, la presidenta municipal Rosa
Nidia Villalobos González invitó a los habitantes de Salina Cruz a participar
en estas fiestas de “Día de Muertos”.
Una de las más extraordinarias tradiciones
mexicanas es la del Día de Muertos. Fecha en que las almas de los familiares
fallecidos cruzan el puente y los vivos los reciben con mesas decoradas en
vivos colores para pasar un día con aquellos que se han adelantado en el viaje.
La autoridad municipal, explicó que las
familias trabajan en conjunto para hacer de ésta una gran celebración,en donde
son dos días en los que la gente celebra el regreso de los muertos, familiares
y amigos, de la vida eterna.
Dijo que en el Istmo la gente decora los
altares durante estos días con el tradicional el olor de la flor amarilla del
cempasúchil y de la cresta de gallo con su color púrpura intenso, perfuman la
atmósfera.
Además la gente acostumbra decorar el
altar con una foto del familiar muerto y con comida y bebidas que el difunto
disfrutaba más en vida. El chocolate,
mezcal, cerveza, mole, cacahuates, mandarinas, pan de muerto, caña, calaveras
de dulce, naranjas, flores, y por supuesto, velas y cruces formadas con flores.
La creencia dice que el familiar
fallecido vendrá en esa fecha para compartir con los vivos lo que acostumbraba
disfrutar cando estaba vivo.
El fuerte olor de las flores perfuma el
ambiente mientras que las flamas de las veladoras o velas, forman caprichosas
sombras entre los productos que el invitado disfrutará esa noche en particular.
El primero de noviembre llegan los
santos y los niños inocentes provenientes de la tierra de muertos y el día dos
de noviembre llegan todos los difuntos para compartir con sus familiares.
Las tumbas de casi todos los panteones
se decoran para la fecha con flores de cempasúchil y con comida. Mucha gente
acostumbra pernoctar en las tumbas de sus familiares. Hay mariachis, tríos,
música norteña, bandas, que tocan entre tumba y tumba. Nadie siente miedo en la
celebración. Se supone que debe ser una bienvenida cálida, alegre, como la que
recibiremos nosotros una vez que partamos a la eternidad.
En estas fechas se acude a los panteones
en donde niños, adultos, ancianos, donde pasan la noche cantando y cenando a un
lado de las tumbas, el viento frío de noviembre soplando entre las tumbas,
gente caminando por los corredores de los panteones, los olores de flores,
muchos bebiendo mezcal e invitando a beber a cualquiera que pase cerca, música
en vivo a todo volumen, por supuesto, la que el occiso solía escuchar, sus
favoritas, grupos de personas riendo en el cementerio, muchos contando alguna
anécdota del familiar muerto.
Los mercados locales ofrecen flores, pan
de muerto, incienso, calaveras de dulce, y todo lo necesario para construir
altares. Todo esto se conjuga en la celebración del Día de Muertos, tradición y costumbre que perdurará en
México.
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