* Na’ Roselia como le
dicen se ha dedicado toda su vida a elaborar distintos tipos de pan que han
sido del agrado de quienes lo han probado
Ramón Bragaña Benítez
Juchitán, Oax.- Quien
no pasado por la calle Cristobal Colón de la quinta sección al medio día y
disfrutado de ese olor a pan elaborado a mano y cocido en horno de barro con
leña, olor que invade la cuadra entera y hace que el más exigente de los
paladares se detenga a preguntar si en esa pequeña casa que está casi bajo una
enorme pochota venden pan.
Es ahí donde Roselia Espinosa Santiago (Na´ Roselia) como la
conocen por más de 50 años se ha dedicado al oficio de panadera.
Originaria de Guevea de Humbolt huérfana de madre y padre, creció bajo el
amparo de su abuela y de su madrina, quien cuando tenía 6 años y ante la falta
de ingresos le pidió que la ayudara a hacer pan. Fue así como Na’ Roselia
descubrió que el mundo de la panadería tenía que ser el medio para salir
adelante.
Con el paso del tiempo la vida la trajo a Juchitán, donde se
casó y procreó una familia de cinco
hijos, de los cuales le sobreviven sólo dos, siendo la elaboración de
pan lo que le dio la oportunidad de sacar a su familia adelante.
Desde hace más de 40 años cuando se estableció en su casa,
Na’ Roselia desde muy temprana hora en compañía de sus hijos y nueras comienzan
a preparar el horno y a preparar la masa con la que harán los ricos panes.
Especializada en la elaboración de marquesote, torta de manteca, pan bolita, pan
de azúcar, rosquitas y caprichos, además de los panes que sus clientes con el
paso de los años le han ido solicitando.
“A veces cuando tenemos pedidos empezamos a trabajar desde
la una de la mañana para poder terminar a tiempo el trabajo, mi hijo y mi nuera
me ayudan en todo momento y mi prima que es quien ahora que estoy un poco
enferma me viene a ayudar para que podamos sacar los panes”, comentó
Sentada en una silla de rueda debido a un trozo de leña que
le cayera en su pie hace tiempo, problema que se ha complicado por la avanzada
diabetes que padece, han provocado que desde el 24 de diciembre ya no pueda
caminar, cosa que no ha sido impedimento para que Na’ Roselia desde muy
temprano comience a hacer el pan que por décadas la han puesto en el gusto de
vecinos y de la población en general, que acuden hasta su domicilio para
comprar sus ricos y deliciosos panes.
“Ya estoy grande, llena de enfermedades, le doy gracias a
Dios por la oportunidad de ver a mis bisnietos, a mis nietos y a mis hijos y
que todavía me de la fuerza para poder hacer lo único que se hacer y que hago
con mucho amor, el pan para que todos lo disfruten con una rica taza de café”,
agregó
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