* Con más de cuarenta y cinco años en el negocio de la
reparación de calzado, “El Alacrán” se mantiene activo al paso de los años
Ramón Bragaña Benítez
Juchitán, Oax.- Establecidos
en una pequeña caseta a la puerta de una modesta casa de block sin
repellar y un techo de lámina que deja
ver de vez en vez la luz y el cielo, es ahí donde la pareja integrada por
Jacinto Rodríguez Morgan y Ana María Sánchez Hernández mejor conocidos como
“Los Alacranes” todos los días como desde hace más de 45 años, se dedican a la
reparación de calzados.
Jacinto Rodríguez Morgan “El Alacrán” desde los once años
acompañó a quien en ese entonces era el zapatero de la pueblo.
“Una día pasó don Fernando a la casa de mis papás y le dijo
a mi mamá que si ella quería que me diera permiso para que irme a trabajar con
él, siempre me decía que era mejor aprender un oficio en caso de que no
saliéramos buenos para la escuela”, comentó
Fue así como un día su madre le autorizó irse a trabajar con
don Fernando, quién le daba a ganar algunos pesos a la semana.
“Con él aprendí todos los trucos y secretos que se requieren
para este oficio, quien me iba a decir que con el paso de los años de esto iba
a sacar adelante a mi familia”, refirió
Fue así como después de varios años de trabajo, un día le
dijo a don Fernando que él quería aprender algo nuevo, que ya estaba aburrido
de reparar zapatos, con las ganas y su juventud a sus espaldas, Jacinto
Rodríguez Morgan emprendió su viaje a la capital chiapaneca Tuxtla Gutierrez, donde
comenzó a trabajar en una planta de renovación de llantas.
“Fueron ocho años de mi vida donde aprendí de nueva cuenta
otro oficio, esta vez el de renovar llantas, el calor era infernal, no se
soportaba, así aguante hasta que de plano un día dije ya no esta bien tanto
calor y que me regreso a mi terruño querido y fue así como entendí aquel refrán
que dice zapatero a tus zapatos”, comentó
Es así como después de andar por varios puntos de Juchitán,
hoy trabaja bajo la sombra de un limonero junto con su esposa en la colonia Adolfo
C. Gurrión, donde desde muy temprana hora sus arrugadas manos llenas de callos
por los hilos con los que costura los zapatos, Jacinto trabaja como si fuera el
último de sus días.
“Yo me siento muy orgulloso con lo que mi esposa y yo hemos
logrado, con estas manos llenas de cicatrices por las navajas y las agujas
logramos sacar adelante a nuestros cinco hijos, quien aprovechó ahora es
profesionista y quien no se dedica a ayudarnos”, señaló